El texto que Alexis Zaldumbide escribío para la exposición "Soy el nadador"

El nadador de Casandra Sabag Hillen

"Impulsarse en el borde de la orilla y aventarse en flecha en busca del deseo horizontal de las mareas, de eso se trata, de mantener la respiración, de esquivar el peso del océano, que es el peso universal del miedo. Evitar ahogarse significa forzar nuestras extremidades y desgarrar la resistencia del agua y las ganas de descender sin remedio a sus honduras, y hacerlo incluso si no existe la promesa de una orilla lamida por la calidez del sol a la cual poder arribar. Nadar es una actividad de indiferencia, un rasgo de profunda soledad, ser agua y ser corriente al mismo tiempo, respirar aún si la asfixia es más intensa y bella que la bocanada de vida y de oxigeno que el cuerpo demanda.

Yo no soy un nadador, pero en alguna ocasión fui un cauto dador de brazadas, me sumergí con la rigurosa continuidad del que quiere escapar del horizonte, de las montañas, del rígido embuste de los suelos, percibí el miedo y el ardor en el pecho cuando el aire y la motivación se acabaron y solo quedó el desgano, el desfallecimiento.

Por lo que posicionado ante “Soy el nadador” de Casandra Sabag Hillen, descubro nuevamente esa sensación, experimentada por todo aquel que alguna vez remojó sus carnes y abandonó la orilla, atravesando la elástica piel del agua. Ahí asoma con solemnidad y espanto la soledad, el silencio que existe cuando la cabeza está absolutamente invadida por el entorno marino o clorado de océanos y albercas. Pero con mayor énfasis y certeza puedo atisbar la pavura y el sobresalto que se despierta en el pecho y que hiela la sangre cuando acallado todo racional ladrido de nuestra inteligencia nos enfrentamos a las potencias no humanas e inconmensurables del planeta, y ante ellas, nos damos cuenta que solo podemos perder..."


Alexis Zaldumbide

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